para dormir (pero es temprano) ::foto de manu::

viernes, 21 de marzo de 2008

He venido a poner de nuevo en marcha la fanfarria.

"Yo sigo siendo el mismo hombrecito de banda que siempre". Ese es Miguel Abuelo. Pero Miguel Abuelo y yo tenemos una extraña conexión. We are involved. Aunque parezca raro e inentedible y loco.
No voy a decir que voy a sesiones espirituales y así me comunico con él, como Lisandro Farías que narra en El Banquete de Severo Arcángelo: "Un compinche de bar, atento a mis nostalgias, me recomendó un centro espiritista de Almagro en el cual, según lo aseguraba, me sería dable obtener una comunicación patente con mi difunta (la esposa de Farías). Me dirigí al centro, y durante cuatro sesiones estuve palmeándome los muslos, con mis hermanos, en tren de imantación, ante cinco videntes que se aletargaban: tuve la fortuna de oir las voces filosóficas de Confucio y el Mahatma Gandhi, y los gritos despótidcos de Julio César y un cacique ranquel, pero mi llorada Cora (la esposa de Farías) no dio señales de habitar el espacio etérico, visto lo cual resolvií librarme a mi propia ciencia."
Juro que cuando leía eso en mi cama, no pude parar de reirme imaginándome al pobre Farías en esa situación tan volada de conexión un tanto ridícula para lo poco efectiva que resultó. Aunque debo admitir que me dio un poco de cosa también y quien sabe si yo no hubiese hecho lo mismo algún día. Pero creánme yo estoy conectado con Miguel.

He escrito muchas cosas sobre el fratello de todos los hombres y de Pipo. Y hoy quiero decir todo lo que es o siento que es Miguel.
Miguel es mi rayo de sol de colores, mi trovador infinito y presentador favorito de espectáculos, mi vagabundo de la alegría, mi ticket mi casa, mi viajero sufí volado al y del más allá.

Es mi Pablo Inaudi.

Un comprador de frutas que me vende fruta sin decir cualquier verdura. Americano es del sur. Un loco de amor. Un saltimbanqui calculín. Gitano elegante que con piropos blasfémicos te acerca a su polo - siempre - positivo.
El niño eterno que canta de donde venía el peligro con una guitarra. Que te enseña a amar y a ser libre, todo a la vez. Que te saluda con un buen día, día, y dice cosas que ya han sido dichas.
Miguel se define en todos los tiempos y en lo que quiere, y quiere lo mejor para su hijo y para nosotros. Es el ladino. Y lo amo yo. Es mi mariposa de madera revoloteando por alguna orquesta que desafina. Es mi Federico Moura. Un virus para mi corazón que gira sin cabeza pero lleva repletas las arcas. Jugador que no acaba pronto, que no acaba facilmente, que no aburre, que divierte, que aparece como alguien, que está como algo nuestro. Es mi carnavalito del duende y mi instrumentista preferido. El que da los pasitos de baile más graciosos y más dignos de ser visto. El más generoso: "Volvíamos del cuarto show de un mismo fin de semana -recuerda Cachorro - estaba peleando con una letra que no me salía y Miguel se sentó al lado mio para ayudarme con un par de frases, yo le di una idea de letra muy concisa y él me impulsó a terminarla. Él siempre me decía que yo tenía que escribir, y a mí me costaba, pero Mike siempre me incetivaba para que escribiera y cantara, y era tan geneoso que me regaló algunas frases y no quiso que la registremos juntos."

Es mi gaucho sexy, mi boxeador con lentes que comió del pan de la locura, el padre soltero que mejor la supo llevar a pesar de todo. El que te pasaba del cerro Piltriquitrón a un tema de Cuchi Leguizamón en un destello que te dejaba el corazón abierto para que caigan estrellas.
Miguel en un hospital te festeja el cumpleaños y te brinda con agua mineral. Es un teatrero en bambalinas. Un folcklorista del norte en una hamaca paraguaya en el campo de un abuelo. Un demonio que quiso otro porvenir para estos pueblos. Conocedor del hambre y del frío. Limpiador de polvo. Dandy hippie de las cárceles. Piloto sin avión. Turista capaz de escribir sobre los turistas. Sabido forastero.

Mi amigo. Que me enseñó como transcurrir el Largo día de Vivir. Me hizo bailar en casa en zig zag. Me hizo llorar un lunes por la madrugada. Me acompañó al mar en el recreo y me dejó leerlo. Caminó en mis oídos. Fue un padre de los piojos. Un abuelo de la nada. Un terco príncipe con un Gato Azul. El Sr Carnicero, el bailarín de ibiza. Mi otro Virgilio que se fue pa la montaña y a mí me gusta verlo ir camino arriba. Un rock and roll sobre la alfombra que viene igual. El escritor primero lector en pesiones. El único poeta parado, sentado y acostado. Cabezadura en una región dura. El Paladín de la Libertad.
Había una vez Miguel Abuelo Interminable.

Gracias por no ser nada de lo que imaginás.
Con vos me siento cómodo y te extraño.

Miguel?
FeLí CuMpLe MiGuEl. (Y bUeN dIa)

No hay comentarios: